Evita las horas nalga: ir a la oficina no es lo mismo que trabajar

Una de las grandes mentiras de los últimos tiempos, me atrevo a decir, es que ir a la oficina es lo mismo que trabajar.

Horas nalga. Así es como se le conoce al tiempo que se desperdicia en cosas no productivas en el espacio del trabajo. Y si bien este concepto no aplica exclusivamente cuando se tiene que ir a trabajar a una oficina (bien podría yo sentarme en mi estudio y no hacer nada productivo), sí es mucho más prevalente en la modalidad de trabajo “normal”, ya que parte del compromiso de trabajar en una oficina, muchas veces, es llegar a las 8 e irte a las 4. Sin importar que durante ese periodo no hayas hecho nada productivo.

Te están pagando por existir en una oficina. Qué hueva.


El trabajo remoto nos permite aprovechar al máximo nuestras rachas de productividad, las cuales difícilmente pueden ser programadas para funcionar exclusivamente durante horas de oficina.

Requiere cooperación de todas las personas involucradas. No puedo simplemente querer dejar de ir a la oficina y dejar de “hacer horas nalga” si la organización no tiene la infraestructura y mentalidad adecuadas.

Se tiene que poner atención a estos detalles y tomar una decisión en caso de que nos demos cuenta de que nuestros valores no están alineados con los de la empresa. Ignorar los signos de fricción solamente va a llevar a frustración y potencialmente vamos a terminar con un mal sabor de boca, o peor, quemando puentes.


Como administrador de un negocio o empresa, me estaría preguntando si realmente vale la pena seguir pagando por el espacio si me doy cuenta que la mayoría, o gran parte, de mi equipo de trabajo, viene a la oficina porque es requisito de la empresa, no porque realmente necesiten estar físicamente dentro del edificio.

También como empleador es muy importante ver a los miembros de mi equipo de trabajo como personas, no como “recursos” (estoy en contra de que haya un departamento llamado “recursos humanos”). Cada persona con la que colaboro tiene objetivos, ideas, y una individualidad que necesita ser respetada.

Con esto, debo de darles la confianza necesaria para hacer su trabajo de la mejor forma: por esto los contraté, no porque quiero que estén sentados en la oficina durante 8 horas diarias porque sí.