Feedback: cómo darlo, tomarlo, y apreciarlo

La retroalimentación, o feedback, es una de esas habilidades blandas que solemos ignorar hasta que nos enfrentamos a situaciones que la requieren. Pero aquí te digo algo: dar y recibir feedback no solo es crucial para tu desarrollo profesional, sino también personal.

Creo que la razón por la que ignoramos la importancia de esta habilidad hasta que es muy tarde es muy obvia, y también muy humana: es incómodo. Es incómodo reconocer nuestros límites, y darnos cuenta de que hay cosas en las que necesitamos mejorar. O, incluso, que hay cosas que hacemos, que tienen efectos secundarios que ni siquiera habíamos considerado.

Sin embargo, por más incómodo que sea, es importante que como profesionales del software desarrollemos la capacidad de dar, recibir, e integrar feedback. Después de todo, si nuestro trabajo se trata de ser lo suficientemente resilientes al enfrentarnos a problemas indefinidos, ¿por qué no deberíamos de invertir un poco en ser más resilientes en un ámbito más personal?

El feedback que recibes moldea tu trabajo. Y tu vida.

Hace más de 10 años, Héctor, uno de mis mejores amigos, me aconsejó que dejara de amargar a los demás si ya no quería ir a la universidad. “Si ya no quieres venir, no vengas, pero no estés aquí haciéndonos pasar un mal rato”. Ese fue mi último semestre en la escuela.

Unos años después, un recién graduado de Stanford me despidió semanas después de entrar a la startup donde ya llevaba yo más de un año trabajando. La relación no inició de buena manera, y un martes por la mañana me subí a una reunión de Hangouts con él, y me dijo que yo era muy difícil para trabajar, y que ese era mi último día.

¿Doloroso? Sí. ¿Incómodo? Obviamente. ¿Útil? También.

Durante mi carrera y vida personal, los momentos que han dejado huella son aquellos en los que recibí feedback. Tan directo como mi amigo diciéndome que ya no era divertido tenerme cerca, lo que me llevó a tomar una decisión que cambiaría la ruta de mi vida. O tan indirecto como alguien simplemente diciéndome que ya no quería trabajar conmigo, tomando una decisión por mí.

Consciente o inconscientemente, das y recibes feedback todo el tiempo

Pensaba que la retroalimentación era una actividad puntual que tenías que hacer y programar. Así como puedes quedar con tus amigos para salir a tomar algo, ¿quedamos para darnos feedback?

Aunque sí funciona así en el contexto profesional (en el mejor de los casos), la realidad es que constantemente estás dando y recibiendo feedback. Estés consciente de ello o no.

Las muecas o gestos que otros hacen cuando les cuentas tus ideas, también son una forma de feedback. ¿Se muestran emocionados y animados, o hacen gestos de duda y consternación? ¿Te hacen preguntas de seguimiento, o solo te escuchan, asienten, y pasan a lo siguiente?

Y lo mismo aplica para ti. ¿Cuál es tu postura cuando alguien te está compartiendo sus ideas? ¿Estás presente en la conversación, escuchando, o solo estás oyendo las palabras que salen de su boca?

Se trata del comportamiento y sus efectos, no de la persona

Es clave separar el comportamiento de la persona.

La Navaja de Hanlon, uno de mis modelos mentales favoritos, dice:

Nunca atribuyas a malicia lo que puede se explicado por estupidez.

En este caso, creo que aplica cambiar la palabra “estupidez” por “ignorancia”. No atribuyas a malicia, lo que puede ser explicado por ignorancia.

Todos somos ignorantes en algunos aspectos. Y está bien. Cuando das retroalimentación de manera directa — es decir, con intención — lo que estás buscando es hacerle saber a la otra persona el efecto de su comportamiento en su entorno, obsequiándole el beneficio de la duda de que dicho efecto se encuentra en su punto ciego.

Así, eliminas el componente personal de la retroalimentación e incrementas las probabilidades de que el comportamiento sea corregido.

Héctor hizo exactamente eso conmigo hace una década. En vez de decirme “eres un amargado y ya no quiero tenerte cerca”, me hizo saber el efecto que mi comportamiento estaba teniendo en mi grupo de amigos. Y no solo eso: también me dio una sugerencia de cómo lo podía resolver.

Y le estaré siempre agradecido.

Si haces lo que Héctor hizo conmigo, la persona que reciba nuestro feedback no lo verá como un juicio a su identidad personal (ego), sino como una oportunidad de revisar o seguir teniendo un comportamiento: algo que está completamente dentro de su control. Y sí, el feedback también es importante para reforzar los comportamientos con efectos positivos de las personas.

Hay miles de maneras de dar y recibir retroalimentación

También es retroalimentación:

  • El compromiso que generamos en otras personas
  • El detalle con el que otras personas contribuyen a nuestras ideas después de que se las contamos
  • La postura que adoptamos al interactuar con otros
  • La calidad de atención que le prestamos a alguien
  • El nivel de energía con el que interactuamos
  • Entre otras…

Haciéndote conscientes de esto, puedes apreciar la importancia de que, al compartir feedback puntual, tienes que hacerlo buscando resaltar aún más las características del comportamiento que quieres corregir o promover en la otra persona.

Recuerda que el feedback no es un lujo, sino una necesidad para crecer como profesional y ser humano. La invitación es a que aceptes la retroalimentación como una parte integral de tu oficio, tanto interna como externamente, y estarás en el camino hacia una carrera más humana y sostenible en la ingeniería de software.