Cómo viví mi primer layoff: una montaña rusa de emociones

Desde que comenzaron los rumores de que habría un layoff, hasta que recibimos la noticia de cuántas personas serían afectadas, pasaron aproximadamente 18 horas. Las 18 horas con más ansiedad que recuerdo vivido desde que inició la pandemia.

Los layoffs son una realidad de la industria, sobre todo recientemente. Tan solo en 2023, 1,167 empresas de tecnología cortaron, en conjunto, a más de 250 000 personas.

Me habían despedido de trabajos antes, pero un layoff pega diferente. Las ocasiones que me despidieron, por lo menos había una relación apreciable entre mi performance y la decisión de dejarme ir — claramente no lo estaba haciendo bien, y aunque no fue un momento agradable, pude entender el “por qué” y procesar mis emociones a través de ese lente.

El prospecto de un layoff, en cambio, es que podrías no tener un empleo dentro de un par de horas, por factores que tú no tienes cómo controlar ni prever, y no puedes inferir qué futuro te espera. Es una moneda al aire.

Hace poco me vi en la necesidad de enfrentar esta situación. Te quiero contar cómo lo viví, lo que aprendí de la experiencia, y darte algunos consejos de cómo sobrellevar la situación cuando te toque.

Los rumores del layoff

Los rumores de layoffs viajan rápido dentro de las empresas. Ya había terminado mi día de trabajo cuando por WhatsApp algunos compañeros me comentaron que sospechaban que al día siguiente sucedería uno.

Comencé a hacer mi diligencia para intentar encontrar alguna confirmación oficial, pero no fue un esfuerzo muy productivo. Nadie sabía nada. Ni mi manager, ni su manager. Sin embargo, y sin entrar en detalles, varios factores apuntaban a que al día siguiente sucedería algo grande — y no pintaba bien.

Después de un par de horas investigando sin tener más información que apuntara a algún lugar concreto, le dije a mi manager que me desconectaría y estaría al pendiente la mañana siguiente. Inmediatamente, fui con mi novia y le platiqué lo que estaba sucediendo. “Probablemente, haya un layoff mañana, y no sé si me va a tocar. Para que estés lista.”

Intenté calmarme y distraerme. Fui al gimnasio, saqué a pasear a los perros. Para cuando me acosté, me sentía bastante tranquilo.

Preparándome… por cualquier cosa

A la 1  am, apenas un par de horas después de haberme ido a dormir, desperté de golpe, con palpitaciones. Estuve un poco menos de dos horas dando vueltas en la cama, imaginándome todos los posibles escenarios en los que me podría encontrar por la mañana. Hasta hice una lista mental de todas las personas que podría contactar en caso de que necesitara encontrar un nuevo empleo pronto.

A las 3 am entendí que me iba a ser imposible dormir, así que me levanté. En la sala de mi departamento había una carga recién salida de la lavadora; me preparé un café, me puse mis audífonos y comencé a acomodarla. Luego desayuné, escuché otro podcast, vi una película y un documental, y a los primeros rayos de luz de la mañana salí a caminar con uno de mis perros.

Cuando decidí que tenía que prepararme para lo que fuera a venir, lo primero que hice fue asumir que sucedería lo peor: me quedaría sin empleo ese día.

Descargué mis recibos de nómina, en caso de que necesitara hacer algún trámite. También exporté mis performance reviews de los últimos dos años para sustanciar mi CV en caso de que tuviera que aplicar a nuevas vacantes pronto. Además, respaldé cualquier información personal que pudiera tener en mi computadora de trabajo en un disco duro externo.

Una noticia importante sobre la empresa

Tanto se ha escuchado en la industria de cómo las empresas ejecutan sus layoffs, que más o menos ya sabes qué esperar: por la mañana te va a llegar una invitación a una llamada con el CEO, donde se va a compartir “una noticia importante sobre la empresa”, e inmediatamente después te va a llegar un correo con más información.

Eso fue justamente lo que sucedió.

A las 8 am, cuando llegó una invitación para una llamada a las 10, mi computadora de trabajo estaba lista para ser devuelta prácticamente como nueva, en caso de ser necesario.

Media hora antes del comunicado oficial, platiqué con uno de mis mentores — que también fue mi manager antes, y ahora es más un amigo — y, por 30 minutos, hablamos de viajes, playas, vacaciones y hoteles. Aunque sabíamos que activamente estábamos intentando distraernos para no pensar en lo que vendría pronto, nos seguimos mutuamente la corriente. Y tuvo éxito. 2 minutos antes de las 10, nos deseamos suerte, y cambiamos de llamada.

El layoff

Para las 10:15 am ya tenía la claridad que ansiaba tener. Sí, habría un layoff que impactaría a más del 10 % de la compañía. Pero yo no estaba dentro de la lista de personas afectadas.

Las siguientes horas fueron una combinación extraña de sentimientos y emociones. Primero el alivio de aún tener empleo, luego la ansiedad de saber quién ya no, y la incertidumbre de qué significaría eso para los que nos quedamos. Luego, vino el ejercicio medio tétrico de revisar uno por uno los canales de Slack que frecuentaba, tratando de identificar quién simplemente no tenía Slack abierto, y quién ya no tenía acceso.

Poco a poco, nombres familiares fueron apareciendo en LinkedIn compartiendo la noticia.

Para el final del día, y después de múltiples llamadas con el equipo de liderazgo, donde se nos dio más claridad sobre lo que vendría después, fue cuando por fin empecé a entender las implicaciones de lo que había pasado.

Me fui a dormir a las 5 pm.

Lo que aprendí

Todos tenemos una idea de cómo reaccionaríamos ante una mala noticia. Recientemente, aprendí que la que yo tenía no estaba para nada cercana a la realidad. El fenómeno psicológico de intentar anticipar cómo nos va a afectar emocionalmente una situación en el futuro se llama Affective Forecasting, y es uno de los puntos ciegos más grandes que sufrimos los humanos.

Si hace un mes me hubieras preguntado cómo me afectaría emocionalmente sobrevivir un layoff, te hubiera respondido que sí, habría estado triste, pero no sería para tanto. Hoy te puedo decir, habiendo vivido exactamente eso, que no pude estar más en lo incorrecto.

Lo que anticipaba simplemente como tristeza, es en realidad un cóctel, que viene y va, de frustración, incertidumbre, nerviosismo, pena, duelo, agobio, desesperación; mezclado con felicidad, agradecimiento, orgullo y optimismo. Y sí, sí fue para tanto.

En retrospectiva, esta experiencia hizo darme cuenta de dos cosas. Primero, que me gusta mi trabajo, me siento capaz y contento con lo que hago, y me dolería perder la oportunidad de colaborar con las personas que tengo a mi alrededor. Bien dicen que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde. En mi caso, el mero prospecto de poder perder mi empleo me detonó un ataque de ansiedad que me transportó a esos primeros meses de pandemia — horrible.

Segundo, y más importante: que aún me queda mucho trabajo personal por hacer para continuar separando mi identidad personal de mi situación laboral. Entiendo que perder algo que valoras debería de provocarte una reacción — somos humanos, después de todo. Pero, personalmente, aspiro a desligar mi valor como persona de algo que en cualquier momento podría perder, incluso por factores externos y sin tener la más mínima injerencia. En esta ocasión, más que simplemente perder mi empleo, vi mi valor personal — relaciones, ego, status — directamente en riesgo.

Consejos para sobrellevar el prospecto de un layoff

Para cuando los rumores comiencen en tu compañía, puede ser demasiado tarde. Y probablemente entres en el mismo ciclo mental que yo, y todos con los que platiqué mientras sucedía, entramos recientemente: pánico, miedo, ansiedad, duelo anticipado.

Pero si de algo sirve, aquí te dejo algunos consejos para sobrellevar el prospecto de layoffs en tu empresa. Estos son míos:

Busca una red de apoyo emocional. Procura no aislarte durante este proceso, porque eso únicamente lo hará más difícil. Acércate con personas que sepas que tienen tu bienestar en mente, y que podrían apreciar las implicaciones de lo que significa pasar por una situación como esta. En mi caso, me apoyé con mi novia, dos amigos cercanos, y un puñado de personas dentro de la compañía. Aprecio que simplemente pasar por esto acompañado hizo que todo fuera un poco más sencillo para mí, por más desgastante que fue la experiencia en general.

Asegúrate de tener una copia de cualquier evidencia que valide tus competencias, desempeño, o impacto en la empresa. Algo que como manager les digo a mis equipos, es que cualquier logro y aprendizaje que tengan dentro de la empresa es suyo: cuando ya no trabajen aquí, ese conocimiento, aprendizaje, orgullo, impacto se lo llevarán con ellos. De modo idealista, está muy padre. De manera práctica, necesitas una forma de comprobarlo. Mantén un diario de logros (o un brag document), y recopila retroalimentación constantemente de tus compañeros y tu manager. Estos deberías de tenerlos en un lugar que tú controles.

Blíndate económicamente. No lo sé a ciencia cierta, pero puedo intuir que no la habría pasado con tanta angustia, si para este momento hubiera tenido un poco más de reservas de emergencia. Tal vez esté en lo incorrecto, y al pasar de nuevo por esta situación con más ahorros me sienta igual, o hasta peor — como dije arriba, creo que mi reto es cómo mi empleo moldea mi identidad. Además, el dinero también es un asunto emocional. Pero más vale prevenir.

También le pedí a personas cercanas que aportaran sus perspectivas. Aquí están algunas de ellas:

  • Javier: Desde el punto de vista mental y emocional, soy mucho de reconocer que cada quien maneja estos procesos a su manera. Hay unos que necesitan tomarse tiempo de mental health, hay otros que mejor le dan al trabajo, otros usan actividades como ejercicio, leer, etc. Es muy importante saber qué es lo que te da ese centro, para poder recurrir a eso en momentos de crisis, y respetar el espacio de la gente que lo procesa de manera diferente.
  • Alex: Este es el momento de ser vulnerable, se vale llorar, gritar, golpear, blame, vent, etc. Si no permitimos que la emoción fluya, eventualmente nos va a explotar más tarde y va a ser más complicado. Escúchate, qué es lo que tú necesitas y sobre ello, hazlo, es el momento. Fortalecer o crear una red de apoyo con peers y hacer uso real de ella. Como manager, reconocer que la gente con la que trabajamos no es robot: que tenemos emociones y que de alguna u otra manera somos impactados. Lo comuniqué también con mi leadership, en este caso para dar visibilidad de no esperar la misma velocidad de trabajo de mi equipo, que la velocidad aminorará, que nuestros deadlines no serán alcanzados y serán empujados un poco más.

¿Qué sigue?

Para como está la situación actual, creo que sería bastante ingenuo asumir que no se necesita estar preparado para un evento como este. Pero es difícil. En un mundo como en el que vivimos actualmente, el trabajo sigue ocupando una gran parte de nuestra vida. La idea — el prospecto — de perder algo a lo que le dedicas un tercio del tiempo que pasas despierto, es completamente abrumador.

Además, como se mencionó arriba: cada quien lidia con esto como puede. No hay un playbook, o un set de pasos a cumplir para salir librado de una situación como esta. Lo laboral significa algo completamente diferente para cada quien: a algunos nos pega más que a otros. Así que creo que es responsabilidad de cada quien saber qué es lo que necesitamos para procesar el evento y metabolizar la experiencia.

Finalmente, quiero aclarar que es prácticamente imposible capturar todo lo que pasa por nuestras mentes en situaciones como esta. Yo no tuve la oportunidad de reaccionar emocionalmente hasta que terminé de escribir este artículo, muchos días después: literalmente hice catarsis y me solté a llorar. Y fui de los afortunados que se quedaron — reconozco ese privilegio. Tan solo me puedo imaginar qué es lo que están pasando los que se fueron. A todos ellos, I’m here for you. ❤️